Everything from:gestión empresarial

En las últimas semanas, alrededor del tema de la conferencia que di en Argentina  sobre Inteligencia Artificial y Big Data, en varias ocasiones me han pedido recomendaciones sobre cómo incorporar la Inteligencia Artificial a las empresas.

Voy a intentar contar aquí lo que creo al respecto, de forma más calmada que cuando me preguntan a quemarropa en una conversación informal. Está dirigido a CEOs y CMOs o, en general, personas al cargo de organizaciones o de parte de ellas desde una perspectiva de negocio.

Si eres más del lado de la tecnología, probablemente deberías leer esto pero, quizás, también tendrás otras preguntas que aquí no voy a tratar (y algunas que, seguramente, no soy capaz de contestar).

Empecemos por el principio

Lo primero de todo: no sé qué es eso de «adoptar la Inteligencia Artificial«. En serio, no lo sé. Me lo habéis preguntado, pero no sé qué contestar. Me suena tan difuso como «adoptar las matemáticas en mi empresa».

En primer lugar, no lo entiendo porque la IA engloba multitud de métodos distintos pero, principalmente, no lo entiendo porque no tiene sentido adoptar algo con el único objetivo de adoptarlo: si lo haces, tendrás que hacerlo para resolver algún problema de tu negocio. Que para eso eres CEO.

Así que la pregunta correcta no es «¿cómo puedo adoptar la IA en mi empresa?» sino «tengo el problema X, ¿puedo resolverlo mejor aplicando algún método de Inteligencia Artificial?». Eso ya tiene más sentido de negocio y se aleja del hype que existe alrededor de este concepto.

Vale, pero, ¿cómo lo hago?

Si ya tienes claro qué problema de negocio quieres resolver, lo siguiente que tienes que hacer es comprender qué NO es la Inteligencia Artificial: no es un método mágico que va a resolver tu problema de un plumazo.

Incluso aunque leas a diario artículos sobre cómo la IA va a cambiar el mundo, nos va a hacer inmortales o va a provocar el fin de la Humanidad, nada de eso es cierto. O, como mínimo, no lo va a ser en un plazo razonable (hay una discusión filosófica y teórica válida sobre estos temas, pero excede el alcance de este texto).Sigue leyendo el artículo…

En el ámbito del Product Management, se usan a menudo los conceptos de «proceso rápido» o «proceso lento» para describir el grado de formalidad con la que se gestionan los requisitos de producto.

Un «proceso lento» se caracteriza por un elevado nivel de formalidad. Dentro de esa formalidad, es habitual encontrar estándares y directrices que dictan cómo se articula el proceso. Además, las decisiones suelen ser colegiadas y se registran de manera explícita. Para evitar la ambigüedad, el proceso suele llevarse a cabo con un nivel de detalle considerable.

Por el contrario, un entorno caracterizado por la gestión rápida de requisitos suele prescindir de casi toda esa formalidad. En ausencia de estándares y directrices formales, el juicio experto y la experiencia del equipo son la guía principal del proceso. Las decisiones personales del responsable de producto son mayoritarias. Como cabe esperar, el nivel de detalle con el que se documentan las decisiones es bajo.

Pero… ¿qué método es mejor?

Ninguno es mejor que el otro. Veamos por qué.

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Cómo calcular los costos fijos y cómo aplicarlos al cálculo del margen y el precio de venta: son dos de las preguntas más habituales que dejan los comentaristas en el artículo sobre cómo calcular el precio de venta dado el coste y el margen deseado.

Antes de nada, parémonos a pensar en qué es (y qué no es) un coste fijo. De forma sencilla, podemos decir que todo coste que no varía con el nivel de actividad de la empresa es un coste fijo.

Así, por ejemplo, el alquiler de una oficina sería un costo fijo muy evidente. Su importe se mantiene fijo mes a mes y debes pagarlo incluso si te vas de vacaciones y no pasas por tu oficina en todo el mes.

Lo mismo ocurre con los sueldos de los empleados: el salario es más o menos invariable y se cobra todos los meses, independientemente de que la empresa venda más o menos.

Sin embargo, la cosa no es tan sencilla como decir sin más que ciertos tipos de coste son fijos siempre. Calcular tus costes fijos con precisión te permite entender bien tu estructura de costes para, por ejemplo, no equivocarte con tus previsiones de tesorería. Por eso, hay que analizar las características de cada coste y determinar si son fijos o no.

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Por si no sabes de qué va esto: hace un par de días, una emprendedora llamada Miriam Lao, a quien no tengo el gusto de conocer, se quejaba en un medio de que un grupo de inversores potenciales, relacionados con SeedRocket, le había copiado su idea. Un día después, Javier Martín publicaba este otro artículo en el que hablaba del supuesto fin de la situación idílica en la que vivíamos en el sector startup.

Permitidme que me ría: situación idílica, dice.

Vayamos por partes. Sobre lo del plagio, toda la información que tengo es la noticia con la acusación y lo que ya han contestado el “principal acusado”, Sacha Fuentes, y también la propia SeedRocket.

Obviamente, habría que haber estado dentro de las mentes de todos los implicados para saber cómo ocurrieron exactamente las cosas. Sin embargo, tengo suficientes elementos de juicio para tener una opinión al respecto: dudo que haya ocurrido ese plagio en los graves términos en los que lo expone la afectada.Sigue leyendo el artículo…

Sigo pensando en lo de Volkswagen y no deja de sorprenderme lo mucho que nos gusta hacer como el capitán Renault (no pun intended) de Casablanca.

No me refiero ya a que otros fabricantes de automóviles hagan lo mismo de lo que ahora se acusa a Volkswagen, que también, sino a cuántos engaños a clientes y administraciones llevan a cabo, a diario, empresas de todo tipo y de todos los tamaños. Y trabajamos en ellas «tan contentos» (o no), pero luego nos echamos las manos a la cabeza en cuanto pillan a otro.

No avanzaremos éticamente mientras no seamos capaces de señalar con el dedo lo cercano y familiar antes que lo lejano y sorprendente.

Leer The Black Swan: the impact of the highly improbable es un placer para el cerebro. En sus trescientas páginas, Nassim Nicholas Taleb analiza con minuciosidad las causas y consecuencias de una circunstancia aparentemente inocua: la dificultad que tenemos los seres humanos para identificar los eventos con escasísimas probabilidades de ocurrir o basados puramente en el azar. Nuestra percepción, limitada, y nuestra excesiva dependencia del conocimiento adquirido para realizar predicciones futuras nos convierten en presas fáciles de aquellos hechos que no encajan en nuestros patrones conocidos y manejables de pensamiento.

Recuerdo hoy este libro, de lectura imprescindible para quienes se muevan en el entorno empresarial y financiero y, desde luego, para quienes deseen profundizar en el pensamiento crítico, tras leer esta entrevista a Taleb en The McKinsey Quarterly. Ligerita, pero muy adecuada para quienes se acerquen a sus propuestas por primera vez.