Everything from:gestión de empresas

Se está hablando mucho del artículo de El País sobre el horario de 08:00 a 15:00 que introdujo Iberdrola hace unos años. En general, sólo parece haber dos opiniones al respecto: “Eso no es posible aquí” y “Es la mejor fórmula posible”. Creo que caben matices. Muchos matices.

Para los que piensan que un cambio de horario así no es viable en su organización por una cuestión cultural, les recomiendo que se lo piensen dos veces: cualquier oficina puede adoptar ese horario (o cualquier otro similar) si existe la voluntad de hacerlo entre las personas que deben acordarlo.

Las inercias y los prejuicios son duros, sí, pero no son más que eso, porque no hay obstáculos reales. Distinto sería el caso de quienes puedan argumentar que las necesidades concretas de su organización no les permiten acabar el día a las tres de la tarde. Pero, eso sí, esa afirmación tiene que venir soportada por datos, como que más de la mitad de la interacción diaria se realice con EEUU o LatAm, por ejemplo. Vamos, en cuatro sitios.

Más complicado me parece debatir con quienes piensan que el horario de ocho a tres es la panacea. La publicación de este artículo ha polarizado las conversaciones: se compara el horario de 08:00 a 15:00 con los desquiciantes horarios que imperan en muchos sitios, donde las jornadas se alargan, inexplicablemente, hasta bien entrada la noche. Claro, en esa comparación, el horario de Iberdrola (y el de tantos funcionarios) gana por goleada. Pero el tema es que no son las dos únicas opciones posibles.Sigue leyendo el artículo…

Ayer, asistí a un debate-coloquio sobre internacionalización empresarial organizado por Directivos & Gerentes y JUMP!, una iniciativa promovida por varias empresas como Deutsche Bank, DHL, Baker & McKenzie o Crédito y Caución. Suelo ser bastante exigente con el contenido de los eventos y, sin embargo, tengo pocos peros que ponerle a este de ayer.

Las charlas de Alberto Torres, de PortobelloStreet.es, y de Borja Zamacola, director de Marketing de Neck & Neck, resultaron amenas e informativas a partes iguales. Torres se centró en su situación actual de incipiente internacionalización, mientras que Zamacola habló desde la experiencia que de una marca que ya está presente en 17 países. Las mesas redondas, protagonizadas por directivos de las empresas que conforman la iniciativa JUMP!, se caracterizaron por la sensatez de las recomendaciones. Se notaba, a la legua, que quienes hablaban tenían muy claras las dificultades de embarcarse en actividades de comercio internacional y hablaban desde la experiencia de quien ha visto a muchas empresas triunfar… y a muchas otras darse importantes bofetones.

Me resulta imposible resumir en un post todo lo que se dijo, así que me voy a limitar a reproducir las frases-clave que más me llamaron la atención:Sigue leyendo el artículo…

Ayer, saltó la noticia del ERE en Softonic, una empresa que había ocupado el primer puesto en no pocos rankings de mejores lugares para trabajar y a quienes era habitual ver en eventos técnicos captando activamente a los mejores profesionales.

La última vez que yo hablé sobre Softonic fue hace ahora unas tres semanas, con quien ahora es mi exjefe (acabo de cambiarme de trabajo). Hablábamos sobre el ambiente startup y sobre la dificultad de mantener a los buenos profesionales en la casa, contentos y motivados. Y salió Softonic en la conversación, como lugar paradójico: un sitio en apariencia muy atractivo para trabajar pero con un modelo de negocio realmente cuestionable. Pocos días antes, Softonic había intentado «timar» a José Manuel con multitud de trucos de interfaz cuando intentaba descargarse, atención, WinZip. En los últimos tiempos, es una auténtica gesta descargar algo desde Softonic sin incurrir en costes ni terminar con el PC lleno de adware y barras de navegador.Sigue leyendo el artículo…

Cada día, estoy más convencido de la frase que uso de título en esta entrada: si no tienes CRM, no tienes nada. Quizá, en algunas industrias muy concretas, esto pueda no ser tan cierto, pero la mayoría de las organizaciones pueden obtener grandes beneficios de incluir el CRM entre sus actividades de marketing.

Y, para quien no me conozca, cuando hablo de «tener CRM», no me refiero a tener un determinado software de CRM implantado en tu organización. Bien llevado, te podría valer un CRM que te crees hasta con el humilde Microsoft Access (aunque no es lo ideal, obviamente). Cuando digo que debes tener un CRM, me refiero a que debes tener implantadas las prácticas que te permitan capturar, gestionar y explotar, con agilidad, toda la información sobre tus clientes (actuales, pasados y potenciales) y sobre todas las actividades que realizas hacia ellos. Da igual qué software uses, mientras puedas hacer todo eso de forma ágil y puedas, también, evolucionarlo con sencillez.

A pesar de que el CRM vivió dos momentos dorados allá por los años ochenta (en España, casi no nos enteramos de esta oleada, salvo en unas pocas de las mayores empresas) y, posteriormente, en los noventa, hemos llegado a 2014 con aún una buena proporción de empresas sin prácticas establecidas de CRM. No son pocas las que sólo mantienen la información de facturación y logística de sus clientes, aunque el grupo más numeroso es el de las que confunden una simple agenda de contactos semi-centralizada con un CRM.Sigue leyendo el artículo…

Me gustó leer hace unos días el artículo The strength of ‘weak signals’. Los autores, consultores de McKinsey, exponen varios casos reales en los que grandes compañías han encontrado fuentes de inspiración de negocio en lo que ellos llaman «señales débiles»: pistas, insinuaciones, no lo suficientemente potentes y asentadas como para destacar en los informes ni para que exista consenso sobre ellas, pero lo suficientemente reveladoras como para que alguien con la visión de negocio adecuada las detecte y se anime a seguir su rastro.

Esas «señales débiles» pueden detectarse en el mundo offline (p. ej. – un comportamiento de un cliente que llame la atención de un empleado en una tienda y le anime a proponer un cambio en el layout de la tienda). Sin embargo, es en la actividad online donde, hoy por hoy, tenemos acceso a un vasto terreno plagado de señales esperando a que alguien las detecte, sin movernos de nuestra mesa. Un comentario revelador en un blog, un hashtag inesperado o un grupo de fotos en Pinterest pueden poner sobre la pista de algo realmente grande a quien esté dispuesto a escuchar las señales, tenga capacidad para reconocerlas y apreciarlas y, no lo olvidemos, tenga el empowerment necesario para actuar.

Cómo detectar las señales online

Mejor dicho: ¿cómo es imposible que detectes cualquier señal que sea de utilidad para tu negocio? Sencillo: si no sintonizas la frecuencia en la que las emiten tus clientes. Todos conocemos ejemplos de organizaciones en las que quienes más cerca están del poder para decidir son quienes más lejos están de los medios sociales o menos entienden los cambios que la digitalización ha traído a nuestras vidas en los últimos años. Y no pensemos, exclusivamente, en las élites desconectadas que ocupan los consejos de administración, no: ese problema afecta por igual a una elevada proporción de mandos medios, personas más jóvenes y, teóricamente, más cercanas a la tecnología. Directivos y managers desconectados que no dudan en afirmar la importancia que tiene Internet en su negocio, pero que no podrían mencionar dos blogs sobre su sector, desconocen qué es el RSS y tienen una cuenta de Twitter, abandonada hace años, desde la que siguen a tres personas. No detectarían una señal débil sobre su negocio ni aunque viniera montada en elefante.

La receta para aprovechar las señales: salir en su búsqueda, conocimiento profundo del negocio y capacidad para actuar sobre ellas.

Así que la mejor forma de detectar las señales que te ayudarán en tu negocio es acercarte, de forma habitual, a los lugares donde se producen: los blogs, las redes sociales y otros medios online donde se habla de tu empresa, de tu industria o, simplemente, donde tus clientes hablan de su vida, de sus inquietudes y de sus necesidades. No podemos confiar, en exclusiva, en nuestras herramientas de monitorización y en esos chavales jóvenes que hay en el «departamento digital», porque las señales débiles pasan inadvertidas tanto a unas (porque aún no son tendencias identificables numéricamente) como a otros (porque aún no conocen el negocio con tanta profundidad como para identificar el valor que hay en esas señales). Además, una señal detectada por alguien con capacidad para perseguirla tiene muchas más probabilidades de generar valor que si lo hace alguien que ha de pelear y convencer para lograr los medios y los permisos para tirar del hilo.

Lograr que directivos y mandos medios se acerquen, en persona, al mundo online no es sencillo. Llevamos ya años hablando del tema y el panorama no ha cambiado sustancialmente. El relevo generacional, además, no resulta nada prometedor: demasiados directivos de dentro de 10 años creen, hoy, que las redes sociales son cosas de «frikies» con demasiado tiempo libre. De este modo, las empresas que alcanzarán una mayor ventaja competitiva serán las que sean capaces de articular los procesos de buy-in a nivel directivo para lanzar iniciativas de escucha y participación de su personas más senior. Sin olvidar, además, la inclusión de la «sensibilidad hacia las redes sociales» como un requisito esencial de cualquier nueva incorporación senior.

El mundo es demasiado grande como para limitarte a hacer negocios dentro de las fronteras de tu país. El comercio exterior, y más aún en esta época de parón económico en España, es la vía sensata para el crecimiento y la expansión de la mayoría de las empresas. Sin embargo, lanzarse a una aventura internacional no es sencillo, ni es algo que deba hacerse sin el debido análisis previo.

A lo largo del tiempo, he ido recopilando experiencias, positivas y negativas, sobre lo que implica hacer negocios internacionales. Algunas, observando a mi alrededor y, otras, protagonizadas en primera persona. Aquí, un resumen rápido:
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El SIM Score es una medida del sentimiento del mercado hacia tu marca, comparado con el sentimiento global hacia las marcas de tu sector. Su nombre significa, sencillamente, «puntuación de la influencia en medios sociales» (Social Influence Measurement Score).

Probablemente, es poco afortunada la inclusión del término «influencia» en su nombre, pues nos lleva a pensar en otros conceptos, como los cubiertos por herramientas como Klout, PeerIndex o Kred. Con el SIM Score no intentamos medir la capacidad de nuestra marca para influir, sino evaluar si estamos por detrás, a la par, o por delante del mercado en términos del sentimiento general registrado.

Se calcula así:Sigue leyendo el artículo…