Tradicionalmente, al acometer un ejercicio de segmentación de mercado, los conjuntos resultantes terminaban por recibir simples identificadores (A, B, C, D o alto, medio y bajo, etc.) Por no mencionar que, en la segmentación convencional, lo habitual es limitarse a la mera descripción sociodemográfica y de consumo de cada uno de los segmentos: que si tal edad, que si tal tamaño de población, que si tal sexo, que si tal nivel adquisitivo, que si tal frecuencia de compra…
Un ejercicio moderno de segmentación no puede limitarse a variables sociodemográficas, sino que ha de ir más allá y apoyarse en los insights del consumidor que hayamos podido desvelar: sus intereses (los evidentes y los menos verbalizables), las cosas que les preocupan, sus opiniones acerca de cuestiones que les resultan relevantes y otros patrones y hábitos de comportamiento que nos ayudan a entender por completo a nuestro consumidor.
Un customer persona o marketing persona consiste, simplemente, en ir aún más allá y, a cada uno de nuestros segmentos de mercado, asignarle una representación idealizada de un consumidor, con su nombre y apellidos y, habitualmente, incluso con una o varias fotografías, así como una narrativa más o menos extensa de sus intereses, hábitos y peculiaridades. Así, donde antes teníamos al segmento A y al B, ahora podemos tener a Juan Martínez y a Verónica Castro, como representaciones idealizadas de todos los miembros de sus respectivos segmentos.
Este podría ser un ejemplo (completamente inventado) de customer persona:Sigue leyendo el artículo…