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Cuando uno se acerca a los veinte años de experiencia, siempre alrededor de la creación y venta de software, tienes ya bastante desarrollado el “olfato” requerido para detectar ciertos patrones de comportamiento típicos de los profesionales de este sector.

No es que hayas ido cultivando un sexto sentido, sino que has visto ya muchas veces a muchas empresas hacer lo mismo y puedes reconocer con claridad lo que están haciendo y a dónde les va a llevar.

Por eso, cada vez que oigo a alguien hablar de que quiere financiar la creación de su producto de software con los primeros proyectos ad hoc realizados para clientes, se me encienden todas las alarmas. Lo he visto hacer docenas de veces y yo mismo lo he hecho en unas cuantas ocasiones (ay, la juventud), así que tengo bastante claro el estrecho margen de probabilidades de éxito en el que se mueven esas iniciativas.

Hay dos maneras en las que se suelen afrontar estas aventuras de creación de producto aunque, en el fondo, ambos caminos parten de un mismo lugar: no tener una estrategia clara de producto o, aun teniéndola, carecer de los recursos necesarios para poder ejecutarla. Ambas situaciones son muy habituales en nuestro entorno empresarial. De hecho, existe una relación de continua retroalimentación entre ellas: como solemos jugar con cantidades de capital muy escasas, no desarrollamos a fondo las habilidades (y las culturas corporativas) necesarias para crear productos exitosos; como no abundan las habilidades (ni la cultura corporativa) necesarias para crear productos exitosos, tendemos al camino más conocido y de beneficios más inmediatos, como es la prestación de servicios.

Veamos cuáles son las dos maneras más eficaces para no construir un buen producto cuando escasean los recursos o, simplemente, la estrategia de producto brilla por su ausencia.Sigue leyendo el artículo…

El pasado jueves, participé como moderador en una mesa redonda sobre Transformación Digital en un evento organizado por iiR. Resultó una experiencia muy agradable tanto por el elevado nivel de los ponentes como por la buena acogida por parte de las 150 personas de la audiencia.

Cuando se trabaja con grandes profesionales, es fácil que las cosas no sólo salgan bien, sino que además sea un placer hacerlas. A lo largo de los días previos al evento, el contacto con los participantes en la mesa redonda fue profundamente gratificante, pues todos ellos mostraron una marcada disposición a colaborar y, además, un notable dominio de las materias que íbamos a tratar. No en vano, se trataba de profesionales de primera fila:

La charla giró alrededor de conceptos como los principales facilitadores tecnológicos de la transformación digital, la estrecha e indispensable relación entre digitalización y objetivos de negocio, el crucial papel de las personas y del fomento del Digital Mindset, o la necesidad de interconexión entre distintos jugadores a la que nos lleva el entorno actual.Sigue leyendo el artículo…

Ya estoy cansado de la discusión sobre si estallará la burbuja de Silicon Valley o no. Asumámoslo lo antes posible: por supuesto que estallará. Porque, por si alguien no se ha dado cuenta, la economía se comporta de forma cíclica y los humanos somos lentos aprendiendo según qué lecciones, así que sólo es cuestión de tiempo que vuelva a ocurrir.

La cuestión no es, por tanto, si veremos una crisis financiera que afectará a las startups sino cuándo ocurrirá, por qué y hasta qué punto realmente podemos hablar de burbuja. Y aquí es donde todos los agoreros que proclaman la llegada del Apocalipsis llevan años fallando. Cuando estalle, se colgarán la medalla aquellos que más se hayan acercado en términos temporales o que, de pasada, mencionaran en algún artículo algún factor que desencadenara el pinchazo de la burbuja pero, en el fondo, todos ellos habrán acertado de manera completamente aleatoria y habrán metido en un mismo saco a empresas con valoraciones erróneas y a muchos que sí valen lo que cuestan (o más de lo que cuestan).Sigue leyendo el artículo…

Cuando, esta mañana, publiqué el artículo en el que hablaba de las jornadas laborales y la ausencia total de horarios, no tardaron en surgir reacciones en Twitter y FB.

Entre todas esas reacciones, llegó este tuit de José Manuel Alarcón, con quien siempre es agradable conversar en Twitter:

En el que apunta a este artículo donde expone su visión sobre los riesgos de la ausencia de horarios propiciada por las tecnologías que nos permiten trabajar en cualquier ubicación. A ese fenómeno, José Manuel lo llama hiper-conectividad y afirma que nos quita nuestros derechos:Sigue leyendo el artículo…

Se está hablando mucho del artículo de El País sobre el horario de 08:00 a 15:00 que introdujo Iberdrola hace unos años. En general, sólo parece haber dos opiniones al respecto: “Eso no es posible aquí” y “Es la mejor fórmula posible”. Creo que caben matices. Muchos matices.

Para los que piensan que un cambio de horario así no es viable en su organización por una cuestión cultural, les recomiendo que se lo piensen dos veces: cualquier oficina puede adoptar ese horario (o cualquier otro similar) si existe la voluntad de hacerlo entre las personas que deben acordarlo.

Las inercias y los prejuicios son duros, sí, pero no son más que eso, porque no hay obstáculos reales. Distinto sería el caso de quienes puedan argumentar que las necesidades concretas de su organización no les permiten acabar el día a las tres de la tarde. Pero, eso sí, esa afirmación tiene que venir soportada por datos, como que más de la mitad de la interacción diaria se realice con EEUU o LatAm, por ejemplo. Vamos, en cuatro sitios.

Más complicado me parece debatir con quienes piensan que el horario de ocho a tres es la panacea. La publicación de este artículo ha polarizado las conversaciones: se compara el horario de 08:00 a 15:00 con los desquiciantes horarios que imperan en muchos sitios, donde las jornadas se alargan, inexplicablemente, hasta bien entrada la noche. Claro, en esa comparación, el horario de Iberdrola (y el de tantos funcionarios) gana por goleada. Pero el tema es que no son las dos únicas opciones posibles.Sigue leyendo el artículo…

Estaba el otro día investigando sobre customer experience y encontré un informe de Gartner cuyas conclusiones clave me llamaron la atención.

Específicamente, me fijé en su punto principal:

Eighty-nine percent of companies surveyed plan to compete primarily on the basis of the customer experience by 2016

El 89% de quienes contestaron el cuestionario de Gartner planean competir principalmente en el terreno de la experiencia del cliente. Hasta ahí, bien. Sin embargo, cabe preguntarse otra cosa:

¿En qué terreno pretende competir el otro 11%? ¿Puede permitirse una empresa, en el entorno actual, no tener la experiencia del cliente como prioridad absoluta?

Quienes no estén ya trabajando en dotarse de la cultura y de las herramientas necesarias para que la experiencia de sus clientes en cualquier contacto con su marca sea óptimo, aún están a tiempo de avanzar. Quienes lleguen a 2016 sin haber dado ese golpe de timón, pueden irse preparando para la obsolescencia.

Ayer, asistí a un debate-coloquio sobre internacionalización empresarial organizado por Directivos & Gerentes y JUMP!, una iniciativa promovida por varias empresas como Deutsche Bank, DHL, Baker & McKenzie o Crédito y Caución. Suelo ser bastante exigente con el contenido de los eventos y, sin embargo, tengo pocos peros que ponerle a este de ayer.

Las charlas de Alberto Torres, de PortobelloStreet.es, y de Borja Zamacola, director de Marketing de Neck & Neck, resultaron amenas e informativas a partes iguales. Torres se centró en su situación actual de incipiente internacionalización, mientras que Zamacola habló desde la experiencia que de una marca que ya está presente en 17 países. Las mesas redondas, protagonizadas por directivos de las empresas que conforman la iniciativa JUMP!, se caracterizaron por la sensatez de las recomendaciones. Se notaba, a la legua, que quienes hablaban tenían muy claras las dificultades de embarcarse en actividades de comercio internacional y hablaban desde la experiencia de quien ha visto a muchas empresas triunfar… y a muchas otras darse importantes bofetones.

Me resulta imposible resumir en un post todo lo que se dijo, así que me voy a limitar a reproducir las frases-clave que más me llamaron la atención:Sigue leyendo el artículo…

Ayer, saltó la noticia del ERE en Softonic, una empresa que había ocupado el primer puesto en no pocos rankings de mejores lugares para trabajar y a quienes era habitual ver en eventos técnicos captando activamente a los mejores profesionales.

La última vez que yo hablé sobre Softonic fue hace ahora unas tres semanas, con quien ahora es mi exjefe (acabo de cambiarme de trabajo). Hablábamos sobre el ambiente startup y sobre la dificultad de mantener a los buenos profesionales en la casa, contentos y motivados. Y salió Softonic en la conversación, como lugar paradójico: un sitio en apariencia muy atractivo para trabajar pero con un modelo de negocio realmente cuestionable. Pocos días antes, Softonic había intentado «timar» a José Manuel con multitud de trucos de interfaz cuando intentaba descargarse, atención, WinZip. En los últimos tiempos, es una auténtica gesta descargar algo desde Softonic sin incurrir en costes ni terminar con el PC lleno de adware y barras de navegador.Sigue leyendo el artículo…