Everything from:email marketing

En estos tiempos, no paramos de hablar de inteligencia artificial, metaversos y otros conceptos de moda. Con este escenario, es fácil relegar a un segundo plano los instrumentos menos llamativos de nuestra caja de herramientas.

Uno de los grandes olvidados en la conversación sobre marketing digital es, sin lugar a dudas, el email. Da igual que una organización envíe decenas de miles de correos comerciales cada día: seguramente, el email marketing no ocupará ni una nota al pie en sus planes estratégicos.

A pesar de esa poca atención, el email marketing sigue siendo uno de los principales canales de captación de nuevo negocio, de fidelización y, también, de construcción de marca. Hace unos años, muchos no dudaron en dar por muerto a este canal y, sin embargo, es un mercado que sigue creciendo a doble dígito año tras año, y que sigue ofreciendo tasas de ROI impresionantes: por cada euro invertido en email marketing, puedes lograr 36 en ingresos. Ningún otro canal se mueve de forma consistente en esas cifras.

Desgraciadamente, no podremos aprovechar ese gran potencial del email marketing si nuestros correos electrónicos no llegan a la bandeja de entrada de nuestros clientes. Y esto ocurre mucho más a menudo de lo que creen la mayoría de los profesionales del marketing.

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Me echas de menos, IKEA. Yo no quería tener nada serio contigo pero, aun así, me convenciste para que me sacase tu tarjeta IKEA FAMILY. Creía que aquello iba a ser un a mera relación de conveniencia: yo te doy mis datos para que me conozcas mejor y puedas enviar comunicaciones comerciales y tú, a cambio, me acumulas puntos por mis compras futuras.

Está claro que tú esperabas algo más. Pequé de ingenuo, porque está claro que por algo las llaman tarjetas de fidelización. Querías fidelidad y no te la he dado. Por eso, me has mandado una newsletter para decirme que me echas de menos.

En cierto modo, tu newsletter ha sido un gesto muy humano. La has empezado con un “Hola, ¿estás ahí?” Ha sido bonito, como esos WhatsApps que recibes de vez en cuando desde un número que no figura en tu agenda: “Hey, hace mucho que no nos vemos, a ver si quedamos.” Parecía que me lo enviase un amigo del colegio al que llevo veinte años sin ver. Lo que me ha dejado un poco contrariado ha sido ese “¡Te echamos de menos!”. Ahí, has roto la magia, querida IKEA: si hubieras usado el singular, podrías haber oído el chispazo de emoción desde Suecia.Sigue leyendo el artículo…